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Location: Rathole

Poco o nada. Soy nihilista, vago, demagogo, borracho y narcisista... lo puto peor, vamos. Si te interesa saber más sobre mi, mandame un mailito.

Monday, July 18, 2005

Un dia cualquiera

Suena el despertador a eso de las 7:30 de la mañana, con ese agradable e interminable zumbido que hace que desee destrozar el aparatito. Después de golpearlo, sacudirlo, insultarlo e incluso sacarle las pilas, la maldita alarma sigue sonando. Entonces me doy cuenta que he estado aporreando la radio, así que la dejo y suavemente apago el despertador.
Lenta, muy lentamente, me visto, voy a la nevera, doy un intenso y abundante trago a la botella de leche que, evidentemente, está agria. Maldigo un poco.
Me hago un café triple y me lavo la cara. Sigo con el mismo careto de costumbre, lo cual no me sorprende. Salgo a la calle.

Llego hasta la taberna, que está así como en el culo del mundo y cuando voy a abrir oigo unos gorgoteos a mi espalda. El Gordo está tirado entre dos coches murmurando algo incoherente, con esa sonrisa bobalicona en los labios.
- Gordo, ¿no te dije ayer que no quería que volvieses por aquí?
- Si no he llegado a irme- contesta.
- Bueno, pasa y tomate algo.
Veinte minutos y dos wishkys después, el Gordo ya ha recobrado la compostura. Se remueve en el taburete, que cruje bajo su peso, pide un vaso de agua, lo bebe de untrago y luego saca un fajo de billetes.
- Es imposible que alguien como tú trabaje.- observo- Dime, ¿de donde sacas toda esa pasta?
- Oh, verás, el estado se encarga de que tipos como yo no interfieran en su funcionamiento.
Cojo uno de sus billetes y lo miro al trasluz. Si no supiera de que va todo me lo hubiera tragado enterito, con guarnición de patatas bravas y todo.
- Impresionante.- Le digo- Realmente muy bueno. Marca de agua, banda reflectante, apuesto a que tiene hasta las marcas ultravioleta.
- Oh, si, tiene todos los sistemas de seguridad. No hay ni un fallo. Si todo sale bien voy a hacerme de oro.- El Gordo no se puede callar una. Tiene un buzón por boca. Algún dia se meterá en una muy grande y muy mala.
Se levanta de su taburete y se encamina trabajosamente hacia la puerta. Me dedica un saludo acompañado de un ruidoso eructo que a esas horas suna para mi como una melodía celestial. En menos de tres horas volverá a estar aquí.

Un hombre entra en la taberna, pero va directamente a las tragaperras, de modo que no le digo nada y dejo que se gaste su sueldo en mi máquina. Miro el billete del Gordo, acariciándolo. Abro la caja registradora y coloco al impostor entre sus semejantes.

El tipo de la tragaperras maldice y da un golpe. Luego saca otra moneda y la inserta en la ranura.

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